viernes, 5 de febrero de 2010

El tesoro del "Cerro el Inka"

Hace mucho tiempo, en el mes de abril los pobladores huaralinos se dirigían a los cementerios de los gentiles y se dedicaban a excavar sus tumbas. El huaqueo empezaba después de beberse una botella de anisado y de chacchar hojas de coca.
Estos eran tres inseparables amigos, que habían encontrado en esta actividad una fuente de ingresos. En una noche muy oscura en que se encontraban en las faldas del cerro el Inka, divisaron a lo lejos una luz que brillaba como la candela, al acercarse hallaron un cántaro semi-enterrado, lleno de objetos de oro.


Cogieron sus palas y empezaron a retirar la arena de los costados; pero sucedía que cuando trataban de levantarlo, el cántaro se hacía muy pesado y se iba al fondo.
Hacía mucho que la lamparita de kerosene se había apagado y los tres amigos cansados por la faena decidieron retirarse, pero aunque parezca un cuento, el hoyo que habían cavado estos hombres era muy profundo. Desesperados intentaron llegar a la superficie, pero por más que lo intentaban no lo lograban, en eso sopló un viento muy fuerte y los cubrió de arena.
Hoy en día este lugar está poblado y los moradores en noches muy oscuras, escuchan los llantos y lamentos de estos huaqueros que por su codicia acabaron sepultados.

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