domingo, 10 de julio de 2011

La Leyenda del tesoro de la Irrigación “La Esperanza”


Los abuelos cuentan que en las faldas de los cerros, los tesoros de los gentiles, permanecían “tapados” bajo la vigilancia silenciosa y secreta de la tierra.

Un “tapado” ubicado en la Irrigación “la Esperanza” había sido encontrado en cierta ocasión.

La leyenda refiere a que un indio, que estaba llevando el agua por las faldas de los cerros, se dio cuenta que la tierra se tragaba el agua, lentamente la arena fue cediendo ante sus pies, de pronto grandes vasijas de barro fueron descubriéndose ante sus ojos. Desconcertado busco al patrón el cual viendo el hallazgo le dijo que nuevamente lo enterrara y que no divulgara lo descubierto.

Paso algún tiempo durante el cual el indio guardo el secreto. Pero un día regreso en busca del tesoro junto a un compañero suyo, la leyenda cuenta que ambos personajes fueron encontrados muertos y se dice que les dio el “mal del Aire”, y sobre el lugar donde supuestamente estaba el tesoro, solamente encontraron un gran hoyo; pero del tesoro, nada..

Tiempo después el fundo donde el indio trabajaba empezó a prosperar, el patrón empezó a construir su casa, compró maquinarias y tierras aledañas…

El Tamal


Cierto día, Ma´tila, pensaba en la manera de hacer trabajar al menor de sus hijos y el mas holgazán.

André anda a la huerta y trae hojas de plátano

Renegando fue y trajo el encargo.

André anda a la huerta y trae totora.

Esta vez el negrito no quiso ir.

Ma´tila se puso como una fiera, cogió de las bembas aquel gandul y lo sentó junto al fogón, a vigilar el maíz que hervía en una olla enorme.

Una hora después…

Sacaron la olla del fogón, botaron el agua y el maíz sancochado dejaron enfriar, luego en un batan lo molieron.

Cuando el maíz estaba molino lo colocaron en una vasija, Ma´tila, roció un guiso sobre la masa y comenzó a amasarlo.

Cogió un puñado de masa y lo colocó sobre las hojas de plátano, lo envolvió y amarro con la totora, dándole la forma de un paquete.

André ayuda a tu amá…

-el negrito todo nervioso comenzó a envolver el paquete, pero la masa se le escurría por los costados…

-ta mal negó ta mal y –plac- golpe con el negro…

Ese día, André no aprendió a envolver el paquete.

-cuando el negrito salió a vender la mercadería y le preguntaban cómo se llamaba aquel envoltorio que contenía maíz molido, relleno de huevo, aceituna y carne de cerdo. El negrito acordándose del manazo en la cabeza, en tono irónico le respondía ta´mal…

Poco tiempo después al negrito se le escuchaba pregonar todas las mañanas: ta´mal… ta´mal…

Un Viaje en Tren

Mi abuela me llevó de Huaral a lima cuando tenía 7 años. En ese tiempo no había carretera y el tren era el único medio transporte, además de las bestias de andar, las carretas haladas por bueyes, y el viaje por mar, -desde el puerto de Chancay al Callao-.

Había amanecido más temprano que de costumbre y antes que el sol asomase ya estábamos en la estación del tren.

No habría pasado mucho tiempo, cuando se escucho un bocinazo potente y a lo lejos se vio un penacho de humo negro. Venia silbando con un pitido atronador que casi me ensordeció, era una mole gigante de color marrón o negro -no lo recuerdo bien- enseguida el pitido del tren se volvió a escuchar mucho más cerca y un tercer bocinazo marco que el bendito tren cruzaba el paso a nivel. Recuerdo la oleado de calor que desprendió cuando paso por mi lado y la forma en que temblaba la tierra.

Allí estaba... no podía creerlo, era mucho más grande, ruidoso e imponente de lo que hubiera imaginado jamás. Aquel con el que tantas veces había soñado y que en mi primer viaje me transportaría a un mundo totalmente nuevo y desconocido para mí: al mundo de la gran ciudad...

La sortija de oro

Un día de septiembre, cuando la vida en los huertos florecía, me sucedió esta historia que os contare…

Al quedar huérfano de madre, quede bajo el amparo de mi abuelita, vivíamos en una casita humilde, lejos del pueblo.

Para llegar a ella, había que cruzar por varias huertas y por un puente de madera que atravesaba un riachuelo.

Entre las riberas de este rio pequeño, crecían árboles frondosos y mi abuelita siempre me decía, que en los matorrales se escondían los duendes.

Cruzando el puente, en un callejón vivíamos nosotros, y al fondo se encontraba un coliseo de gallos abandonado.

Aquel día de primavera coincidía con el cumpleaños de mi abuelita y la casa solo quedó para los mayores. Los niños nos fuimos al coliseo de gallos, a jugar a las escondidas, con tan mala suerte que perdí en las regidas y fui al que le tocó contar.

Esperé a que todos se escondieran y salí a buscarlos…, al primer sitio que me dirigí fue a la gallera, cuando en la oscuridad sentí que alguien me jalaba de la mano y me arrancaba la sortija de oro que me regalo mi mama, para mi cumpleaños.

Al intentar conocer quien era el bromista, vi a un enano con un gran sombrero negro, que rápidamente se alejaba y cuyos pies no tocaban el suelo.

Me asusté y a la carrera fui donde mi abuelita y le conté lo que me había ocurrido.

De inmediato saco una bacinica con orine y fuimos al lugar donde el duende había desaparecido.

Mi abuelita echo el orine en la tierra y me dijo:

“Mañana a primera hora, cavaras en este sitio y encontraras tu sortija”

Toda la noche no pude dormir y cuando empezó a clarear fui en busca de mi sortija pero “Oh… sorpresa solo encontré un hueso de pollo”

El duende se había burlado de mí

Desde aquel día, todas las noches, veía desde la ventana de mi cuarto al duende trepado en las ramas de un árbol de higo. Me miraba fijamente con esos ojos que solo los duendes tienen, y me mostraba mi sortija, tuve ganas de ir a su encuentro, pero sabía que si perseguía al duende, éste me llevaría a un lugar del que jamás regresaría…

Años después… fui a visitar mi antiguo hogar y la curiosidad hizo que me dirigiera a la gallera y cave en el lugar que tuve el encuentro con el duende, no encontré mi sortija sino una moneda de oro con la imagen del gnomo, desde ese día conservo la moneda y la mantengo oculta esperando que el duende algún día venga a reclamarla…

jueves, 4 de marzo de 2010

El abuelo (2) La Mortaja

El destino quiso que su vida se deslizara apaciblemente, hacia el crepúsculo y provisoriamente designó a su esposa como albacea de los bienes conyugales y dispuso que al morir se le amortaje con el hábito franciscano y sobre su cuerpo se colocase el manto de su familia.
Era costumbre de entonces amortajar al difunto con el hábito Franciscano,-con el hábito puesto se ganaba un rinconcito en el cielo, caso contrario se iba derechito al purgatorio.
Pero sucedió algo extraño en esta historia; después que el cadáver del abuelo, fue velado un día y una noche se dispuso su entierro; pero cuando los cargadores estaban por meterlo al foso, quiso la casualidad que la tapa del ataúd se abriera y lo que encontraron dentro, horrorizo a los contritos acompañantes…
Años después murió la abuela. Los familiares al buscar entre sus pertenencias encontraron el bendito habito, y la amortajaron en él - enviándola derechito al cielo-.

martes, 2 de marzo de 2010

El abuelo (1)

Un día de invierno el abuelo predijo que moriría en otoño, y acertó porque murió al año siguiente.

El día de su muerte al pasar por el cuarto del abuelo encontré la puerta abierta, temerosamente me acerque y entre…Un gran espejo con bordes dorados, me dio la bienvenida, una silla y pocos objetos rodeaban el ambiente y sobre una gran alfombra la abuela amortajaba su cuerpo.
Después que su cuerpo fue colocado sobre el ataúd, que tenía guardado para esta ocasión tan especial, fue llevado al bosque seco.
Era costumbre de entonces velar el cadáver un dia y una noche.
Esa noche mientras el cadáver se velaba, bajo las ramas del guarango y cerca del ojo de agua -así lo había pedido él-; se escucho un murmullo y luego… el silencio…

Una mujer vestida de negro hizo su aparición, y un niño como de mi edad le acompañaba, -todos sabían quién era ella y nadie se atrevió a desalojarla del lugar-.
Lentamente se acerco al cadáver, lo miro tiernamente, le puso una rosa roja en el pecho, y le dijo al niño: este era tu padre…
Luego se alejo tal como había llegado; en silencio...

lunes, 1 de marzo de 2010

Leyenda Urbana:El Santolino

El amanecer le pareció hermoso después de haber tenido una noche tormentosa, que mejor que tomarse unos tragos de licor para templar el cuerpo y espantar los fantasmas que lo perseguían desde su niñez. El negro Facundo salió de su escondite y se dirigió al pueblo, derechito a la cantina del “peludo”, apenas se apareció los parroquianos huyeron como si hubiera llegado la peste. Se fue a un rincón y como siempre lo hacía, pidió una botella de pisco y dos vasos. El primer vaso que se llevó a la boca casi se le cae de las manos porque mucho le temblaba y lo tomó a sorbos, después del segundo trago cedió la resaca y la tembladera se le pasó. Cuando acabó de tomar la bebida junto al amigo que nadie veía, salió del bar y con un gesto burlón respiro profundamente – se creía el dueño del mundo- camino unos pasos, cuando de repente sintió, un puñal que le atravesaba la espalda, se desinfló y cayó de bruces al suelo, quiso defenderse pero varios sujetos ya lo estaban rematando.

Se vio de niño, negrito como el carbón, acurrucado a su madre cerca de un fogón, en una chocita de caña, cubierta de ramas, no conocía a su padre, porque abandonó a su madre al quedar embarazada. Una tarde de invierno cuando tenía siete años, apareció en la puerta de la vivienda un hombre que parecía un fantasma; su madre al verlo se paralizó, e hizo un ademan de huir pero él le rogó que no lo hiciera; lo invito a pasar y conversaron e hicieron otras cosas y se quedó esa noche y otra noche y después todas la noches.
Después supo por boca de su madre que aquel hombre era su padre, que había llegado huyendo de su patrón que le encontró robándole. Al principio aquel ser no demostró su verdadero rostro, pero el tiempo se encargó de quitarle la careta; era violento y abusivo, un tarde cuando regresaba de recoger leña del campo, encontró a su madre con el cuerpo amoratado, instintivamente cogió un cuchillo de la cocina y se le abalanzó a aquel abusivo, pero su padre era más fuerte y de una sola bofetada lo tiró por los suelos y empezó a golpearlo, después de este suceso huyó al monte donde encontró a otros marginados como él, vivían como salvajes robaban animales y frutas, esto robos que empezaron por necesidad, se convertirían luego en actos despreciables, -estos pequeñuelos llegaban a las casa de los yanaconas y a punta de cuchillos les quitaban todas cosas- el botín producto de sus fechorías lo utilizaban en la compra de drogas y alcohol.
Una tarde cuando Facundo caminaba por un atajo rumbo a su escondite, encontró a un animal que se parecía a un chancho estaba amarrado por las patas, y al parecer llevaba varios días así, porque estaba agonizando, cogió su cuchillo que llevaba en el cinto y corto las ataduras; y ante sus ojos el animal empezó a transformarse en hombre, lo reconoció al instante era Benítez más conocido como “yerba mala” porque decían que tenia mas de cien años y no moría. El hechicero al verse descubierto se cortó el brazo y arrancó el SANTOLINO que llevaba debajo de la piel; cogió la cabeza de facundo y le hizo un pequeño corte en la frente donde introdujo la imagen y escupiendo al cielo pronuncio estas palabras:
“hoy es mi momento de morir y a ti te dejo la fuerza y la vida para siempre”
Cuando facundo reaccionó, el viejo estaba muerto.

También llegó a su mente lo ocurrido la noche anterior…
Continuara…