jueves, 31 de diciembre de 2009

El Rapto de Juan

Esta historia me la contó, el gran poeta y narrador: Juan de la Gueva.
Me dice que esto ocurrió, cuando las imágenes de los santos, oían, hablaban y caminaban.
El pueblo de Huaral, desde su fundación española, quedó bajo la egida protectora del profeta del desierto “San Juan el Bautista” quien según la biblia, bautizó a Jesús y después, por pedido de una mujer acabó con la cabeza en una bandeja.
En aquellos tiempos Huaral era Vice-Parroquia de Chancay. En el templo no existía la imagen (estatua) del santo, sino en estampa (dibujo), en cambio en el vecino pueblo de pescadores, había una estatua que compartía el templo junto a Pedro “Patrono de Chancay”.
Los huaralinos de ese entonces, gentes de armas tomar, decidieron a toda costa apropiarse de dicha imagen que sin mayor importancia se encontraba en el templo chancayano.
Una noche un grupo de belicosos llegó al vecino pueblo, y en un dos por tres, cargaron con el santo y no pararon hasta llegar al pueblo, donde los ansiosos devotos los esperaban.
Por la mañana los pescadores se dieron cuenta de este acto sacrílego, se armaron hasta los dientes y en mancha fueron tras los agresores.
Tras ardorosa pelea en la que se impuso el número y las armas, recuperaron la imagen.
Los raptores quedaron apenados y para mitigar su dolor, realizaron misas y en sus lamentos pedían la vuelta del santo, sin imaginar que sus ruegos obrarían tan anhelado milagro.
Ya… en el templo Juan fue colocado al costado de Pedro, donde tuvieron la siguiente conversación…
*Juan te noto diferente ¿Estas muy pensativo? Preguntó Pedro.-Es cierto –contesto Juan- te digo… Huaral es un pueblo generoso y hospitalario, apenas llegué, me llevaron al templo y me colocaron en una hornacina construida especialmente para mí y ya se hacían los preparativos para celebrarme una fiesta en mi honor, con paseíto incluido, cuando llegaron mis salvadores. En todo este periplo me he dado cuenta que, en esa bendita tierra está mi futuro.
*pero Juan, tu perteneces aquí… este es tu hogar.
-Te equivocas Pedro, dos soles no pueden brillar en un mismo lugar, es por eso que he decidido marcharme esta noche.
Al día siguiente cuando el sacristán entró al templo, halló tras la puerta, al mismísimo santo, todo empolvado como si hubiese atravesado a pie toda la Pampa del Inca. El alborozo que produjo este acontecimiento fue de película, pero la alegría les duro poco tiempo, porque a las pocas horas se presentaron nuevamente los chancayanos y se llevaron a su santo dejando a los huaralinos con las manos en alto.
Esto se repitió una y otra vez, el milagroso Juancho estaba decidido a ser Patrono de Huaral, viajaba entre gallos y medianoche -pese a que los chancayanos ponían guardias en la puerta del templo-.
En ese va y viene pasó mucho tiempo, hasta que los chancayanos se vieron ganados por el cansancio y la imagen del santo pudo al fin descansar en su nuevo hogar.
En una de las conversaciones que sostuvo Juan con Pedro, este le habría hecho la siguiente confesión:Pedro -le dijo- en Huaral tuve una conversación con el encargado de mi custodia, me ofreció un altar, una fiesta anual donde yo sería el patrono principal y me construiría una capillita para mi solito lejos del pueblo, con la condición que me quedara con ellos.
Es por eso que año tras año, la tradición es sacar el santo de su hornacina, llevarlo en romería a las lomas de granados donde tiene su capilla y después de rendirle un merecido homenaje, es paseado por sus fieles por las lomas de los cerros…

sábado, 26 de diciembre de 2009

El Tesoro de los jesuitas


Después de ocurrida, la expulsión de los Padres Jesuitas, (1767) empezaron a correr rumores -por todo el valle Huaralino-, sobre supuestos tesoros pertenecientes a los frailes.

A fines del siglo XIX, un viajero venia a Huaral.
Con ese propósito, "bajaba por las arenas de Pasamayo cuando cayó enfermo, como se sentía morir, sacó de su equipaje una cajita y se la entregó al mozo que lo acompañaba. Le dijo que era jesuita y que viajaba de incógnito, enviado por la Orden para recoger el tesoro que los jesuitas habían escondido cuando fueron expulsados. -Estos los habrían enterrado en alguna parte de sus antiguas posesiones, con la intención que no se los llevaran los funcionarios reales-.
La caja contenía un papel con las indicaciones para llegar al lugar.
Murió el viajero y el mozo se encontró con que el precioso papel estaba escrito en latín. Se trasladó entonces a la diócesis de Huacho, donde el cura se lo tradujo. Pero no había ningún plano en el documento. Sólo expresaba que el "tapado" estaba enterrado "en una de las haciendas que habían pertenecido a los Jesuitas". Pronto se divulgó la novedad. Y la gente, sobre todo de los pueblos cercanos, se dieron "con toda el alma a la persecución de aquel misterioso tesoro".

Excavaron inútilmente en toda la zona. En la Huaca, en Palpa, en Caqui y en cuanto sitio les informaron que habían estado los frailes.
En esta búsqueda estaban, cuando descubrieron un túnel debajo de la capilla de la Huaca. Los más osados decidieron arriesgarse y penetraron en el túnel, de donde jamás salieron…

En Palpa, encontraron "un cuadrado profundo, construido con ladrillo quemado", de tiempos de los jesuitas. Pero estaba vacío. Un anciano comento: El "tapado" es, "para el que lo halle, no para el que lo busca".

jueves, 24 de diciembre de 2009

EL “TAPADO” DEL CERRO MAKATON



“El Makatón”, deidad tutelar de los primeros habitantes del valle de Huaral, es un majestuoso cerro que se encuentra en la margen derecha del río Chancay.
Desde la cima contemplamos todo el valle huaralino y a lo lejos podemos ver el Océano Pacifico. Sobre las faldas del cerro, hay restos de viviendas y adoratorios precolombinos. Con la llegada de los conquistadores Incas y después la de los españoles, la ciudad desapareció. Algunos dicen, que los gentiles se enterraron vivos junto con sus tesoros.
Hoy en día subsiste una historia, que trata sobre un “Tapado” o “Entierro”.

Bueno les cuento:

“Víctor llegó a Huaral huyendo de la hambruna que asolaba su pueblo. Desamparado, anduvo errando por montes y quebradas, hasta el día que se topó con un paisano y le consiguió trabajo como jornalero, en la Hacienda La Huaca. Una tarde de estío, cuando se encontraba desherbando un pantano bajo la sombra del Makaton, sintió que el cerro empezaba a rugir y al levantar la mirada, vio que desde la cima venía rodando una enorme bola de fuego con dirección a él. Se ocultó tras la maleza y dejó que la bola de fuego continuara su camino. Al mismo tiempo notó que de los arbustos salían una pata con sus patitos, todos de colores vivos y reflejos dorados. Cuando la bola de fuego estuvo en el centro de la hondonada se puso a girar como si fuese un trompo, la pata y los patitos fueron a su encuentro y empezaron a dar vueltas alrededor del fuego…

Desde su escondite, el muchacho contemplaba el hermoso espectáculo y cuando advirtió que la bola de fuego se hubo extinguido y los patos abandonaban el agua, se lanzó tras ellos. Los animalitos al notar la presencia del extraño, trataron de escapar, pero un patito se enredo entre las ramas y Víctor aprovecho este momento para lanzarle su sombrero.
Cuando la noche llegó, mama pata dejo su guarida y se dirigió al lugar donde estaba su cría y al no poder liberarlo, derramó lágrimas de impotencia. El Makaton, conmovido por la escena, supo lo que tenía que hacer.

Antes del amanecer, Víctor decidió ir en busca del tesoro del pato dorado, presuroso llegó al lugar donde tenía a su rehén, levantó el sombrero y nada halló. Desesperado empezó a cavar… después de varios intentos, su lampa dio un golpe seco y descubrió la boca de un cántaro. Despejó los costados è intento sacarlo, pero algo se lo impedía, corrió el riesgo y rompió el cántaro. Se apartó del lugar para que no le dé la enfermedad del aire y esperó que el viento disipara el nocivo gas. Cuando hubo pasado el peligro, empezó a extraer uno a uno, los objetos de oro. Después de vaciar el cántaro, coloco en su interior chicha, coca y pan y lo volvió a enterrar…

Varios años después, de estos sucesos… sobre las faldas del makaton se empezó a construir un lugar de esparcimiento y el destino quiso que los trabajadores se toparan con la vasija de barro de esta historia. Hoy en día, el cántaro permanece en el mismo lugar que lo encontró Víctor. El propietario lo dejó allí con la intención de que todos los visitantes que acuden al Complejo Turístico, puedan admirarlo…

martes, 22 de diciembre de 2009

El Pishtaco o Degollador Andino


Los mitos, leyendas y cuentos forman parte del folklore narrativo de los pueblo. En las distintas regiones y pueblos del Perú se cuentan leyendas sobre demonios que habitan en la zona y asechan a los pobladores, uno de los más conocidos y temidos demonios es el PISHTACO.

Sentado en una silla de madera, al pie de un escritorio de pino oregón, con los cabellos plateados por los años, rememoro el Huaral de allá por el año 1900.
Huaral en esa época era un pueblo de aldeanos, con unas cuantas casitas dispersas. Las familias se reunían en las noches alrededor del fogón de la cocina y contaban historias; recuerdo que cuando tenía 10 años, llegó a casa, la hermana de mi abuela junto con toda su familia, venían de la serranía de Ancash. Esa noche, cuando la familia se encontraba alrededor de la cocina de leña, el tío abuelo contó esta tenebrosa historia:

“En las noches oscuras y frías de la serranía peruana, estaban ocurriendo misteriosas desapariciones. De los valientes o tercos que osaron andar por las trochas y bajar al pueblo, solo se les encontró la cabeza ¿el cuerpo, donde andaría?, todo hacía suponer que se trataba del temible Pishtaco.”

“El pishtaco es un ser sobrenatural maligno, que merodea por los caminos solitarios y oscuros, donde espera a sus víctimas para saltar sobre ellos. Ataca a sus víctimas por la espalda y corta sin piedad sus gargantas, al Pishtaco es imposible ahuyentarlo y mucho menos escapar de sus garras, nunca llegué a conocer a nai´die que haya sobrevivido a la aparición de un Pishtaco”

“Dicen que el Pishtaco es el alma de un español. Los españoles mataban muchos indios y por eso se fueron toditos al infierno. Así que de vez en cuando el Patudo manda uno de ellos pa’ que mate más paisanos. Los mata sin confesión y así se lleva su alma derechita pa’l infierno”.

Y prosiguió el tío abuelo contando su relato:

“Por esos días, por el camino boscoso y escarpado que conduce a la Quebrada, andaba en su caballo, un hombre blanco, de ojos claros y cabellos dorados como el sol, llevaba consigo dos grandes maletas de cuero. Un poblador que era su ayudante se jactaba de trabajar con él y se creía muy importante e intocable. Un día mientras bebía, de borracho contó las cosas que hacía con su patrón -decía- que se iban a lugares silenciosos y como su caballo estaba amaestrado para no hacer tanto ruido se escondían en una curva y esperaban a su víctima, cuando ésta aparecía le cortaban el cuello. Llevaban los cuerpos a una cueva, donde le quitaban la cabeza. Con unos ganchos de metal colgaban los cuerpos en unos trípodes de madera, y con llamas de velas encendidas los calentaban para provocar que la grasa chorree en gotas hacia un recipiente”

“Cuando se tenía gran cantidad de aceite, el gringo la comercializaba según la ocasión; algunas veces a los brujos para hacer hechizos o magia negra, a los frailes que elaboraban los ungüentos con que curaban en los hospitales, y a las empresas mineras que pagaban bastante bien por el aceite humano y que lo requerían constantemente para lubricar máquinas sofisticadas”.

Después de escuchar esta escalofriante confesión, la población decidió matar a este poblador. El gobernador y yo decidimos ir a la cueva descrita y encontramos las osamentas, los restos humanos, los instrumentos que utilizaban para sacrificar a las víctimas y hasta los dispositivos metálicos para colgar a los cuerpos en los trípodes de madera…

De puro miedo, nadie pudo conciliar el sueño esa noche, -la abuela de cuando en cuando introducía leños en el fogón- y en la cocina permanecimos despiertos hasta la llegada del nuevo amanecer…

lunes, 21 de diciembre de 2009

La Viuda Negra: ¿Mito o Realidad?

La leyenda de la viuda negra que a través del tiempo se ha venido tejiendo entre los habitantes de este valle, cobra forma al brotar de los labios de cualquier sencillo narrador. Según el tiempo, se trata de mujeres insatisfechas, perversas y sin escrúpulos que por las noches se disfrazaban de negro. Estas mujeres salían -en noches muy oscuras-, por calles y caminos solitarios en busca del amante descarriado o del hombre que se ha burlado de su cariño.

Esta historia de la viuda negra, es muy distinta a como la pintan algunos, que la hacen aparecer como alma del otro mundo.

Aquí transcribo lo que mi abuelo, contó en un velorio:

“Como verán, en esta vida todos hemos tenido aventuras; las mías han sido muchas y divertidas. Para que lo voy a negar, yo he sido muy mujeriego y casualmente por eso es que me han pasado tantas vainas, pero algo le queda a uno de experiencia para cuando llega a viejo”.

-Cierta vez me había cogido la noche en el llano, pues venía de cierta parte donde tenía mi guardadito, no sé qué me dio mirar para atrás y vi que una luz me venía siguiendo, seguí caminando sin darle importancia, pero de momento comencé a inquietarme y volví de nuevo a mirar atrás; la maldita luz venía detrás de mi pisándome los talones, apure el paso para así poder alejarme de la luz que cada vez la veía más cerca, pero cuál sería mi susto cuando al coger una vuelta del camino vi que la luz estaba frente a mí. Le confieso que fue la primera vez en mi vida que sentí miedo; todo mi cuerpo se me escarapelo, la cabeza -se me puso grande, se me aflojaron las piernas y mi hombría cayó por los suelos.
Eso es lo único que recuerdo, hasta que me vi acostado en una hamaca, tenía el rostro y el cuerpo arañado y mi ropa estaba descosidas y desabrochadas. Unos peones de la hacienda Palpa que fueron los que me recogieron, dicen que estaba tendido en mitá' el camino sin conocimiento.

-como un preámbulo a su relato sacó un poco de coca de su bolsa, se metió medio puñado en la boca y empezó a chacchar-.

“En ese tiempo estaba emperrechinado y cuando a un hombre le da la calentura, se pone como un perro y no hay cuerda que le aguante, - y prosiguió su relato- para las otras ocasiones había cambiado ya de camino. Una noche que me venía caminando muy cerca de los rieles del tren y cuando me encontraba cerca al puente “Rojo”, escuche voces y risas que venían de la orilla del rio, entre el claroscuro de la ribera, pude distinguir dos bultos sentados sobre una peña que emergía de las aguas, puse la mano sobre la frente a modo de pantalla y escudriñé las sombras. A los pocos minutos de estar en esa posición mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y pude distinguir a las figuras que antes me fueran imprecisas. Se trataba de unas mujeres, envueltas en trapos negros y las benditas bailaban y cantaban sobre el peñasco, pero apenas alcance a oír las últimas palabras de la canción, cuando una de ellas pronuncio mi nombre….
Al verme descubierto salí de los matorrales y lentamente empecé acercármeles
-no daban muestras de huir e inmóviles me miraban-.
Ante esta actitud retadora de aquellos espantajos, en vez de atemorizarme me salió el indio y cuál no sería mi sorpresa... pues la viuda negra había sido mi querida y que por infiel a su cariño y que la había abandonado, a la gran perra no le quedo más remedio que ir en busca de nuevas y continuas conquistas amorosas. Y su compañera, era la muchacha que le ayudaba todos los días en la fonda.
Dispare dos balazos al aire y una de ellas salió huyendo, mientras la otra en actitud desafiante seguía parada en la piedra dándose sonoras carcajadas que hacían estremecer hasta las mismas piedras del camino.
De pronto, camino hacia mí y se hinco a mis pies. Me pidió clemencia y prometió enmendarse.
Después de esa noche, tuve suficiente para no volver a salir más… no piensen que era por miedo, ¡no que va!, sino porque ella, junto a su compañera llegaban todas las noches a mi casa.

sábado, 19 de diciembre de 2009

El brujo ciego


Una noche en que esperábamos la llegada del abuelo, que bastante ya se tardaba, le pregunte a mi abuela que en el coliseo de gallos había visto, a un ciego acompañado de una joven y escuche que se trataba de un brujo, entonces le pregunte: ¿porque los brujos tienen los ojos blancos, como los huevos de palomas?

“Los brujos tan al igual que los murciélagos parecieran que no ven, pero ¿te habrás dado cuenta que saludaba con su nombre con quien se topaba? Cuando los brujos entregan su alma al maligno, este le hace perder la visión, y no le esta permite ver las bellezas que hizo nuestro creador, porque puede caer en tentaciones y olvidar el pacto. Ellos ya no pertenecen a este mundo de color, su visión es ver a través de los sentidos.”

Y me conto esta historia:

“Después de la creación del mundo, subió al cielo un animalito que volaba pero que no tenia plumas y le pidió al taita Dios plumas como había visto en otros animales que volaban. Pero el creador no tenía plumas, así que le recomendó bajar y que pidiese una pluma a cada ave que encontrase. Mas el animalito recurrió solamente a las aves de plumas más vistosas y de colores.
Consciente de su belleza volaba y volaba… mostrándose altiva y orgullosa ante las demás aves.

Cuando el Creador vio que el animalito no se contentaba con disfrutar de sus nuevas plumas, sino que las usaba para humillar a los demás, le pidió que subiera al cielo, donde hizo lo mismo que en la tierra… se pavoneó y aleteó feliz, pero en cada aleteo que daba, las plumas una a una se desprendían, descubriéndose de nuevo desnudo como al principio. Desde entonces el murciélago ha permanecido desnudo, y de vergüenza se retiro a vivir en cuevas, donde conscientemente olvido su sentido de la vista para no tener que recordar todos los colores que una vez tuvo y perdió.

“Este hombre que me dices que es brujo, ha perdido la visión porque no puede mirar con los ojos, los rostros de sus hermanos.”

jueves, 17 de diciembre de 2009

La llorona


Poco a poco, a través de los tiempos la vieja tradición de La Llorona ha ido, borrándose del recuerdo popular. Sólo queda memoria de ella, en los pueblecillos lejanos, o en los labios de las viejas abuelitas, que intentan asustar a sus inocentes nietezuelos, diciéndoles: ¡Ahí viene La Llorona!
Huaral, en esa época era un pueblo de aldeanos, con unas cuantas casonas dispersas y en sus alrededores existían huertos, colcas y cebaderos de cerdos. Sus calles eran polvorientas, con veredas de madera y se alumbraban con faroles de kerosén que duraban encendidos hasta la medianoche.
La Principal calle, era la llamada por equivoco Derecha y aún se encontraban tendidos los rieles del tren de palpa.
Llegada la noche los vecinos se refugiaban en sus casas y trancaban las puertas con lo que tenían pues nadie quería asomar los ojos hacia afuera. A media noche y cuando había luna llena, despertaban espantados al oír en la calle tristes gemidos, de una mujer a quien le afligía sin duda una honda pena:
¡Ay de mis hijos, donde están mis hijos¡
En esos momentos los vecinos saltaban de sus camas y permanecían de rodillas santiguándose o persignándose hasta el amanecer.
¡Quien podría ser el valiente que se atreviese a salir a la calle ante ese llanto que causaba lastima y a la vez temor¡
Pero fueron tantos y repetidos y a la vez prolongadísimos estos lamentos que muchos osaron ver lo que afuera ocurría.
Por las ventanas y rendijas de sus puertas, lograron ver a la que en el silencio de la noche lanzaba tristísimos lamentos.
Era una mujer y vestía un traje blanco y un espeso velo cubría su rostro, con paso lento recorría las calles del pueblo y siempre llegaba a la plaza mayor y se arrodillaba al llegar al templo. Puesta de pie continuaba el camino de vuelta, calle arriba donde desaparecía.
La ciudad vivía verdaderamente aterrorizada.
Cuando se escuchaban los gemidos de esta mujer, más de algún valiente quiso salir a ver quién era la persona que emitía esos gritos tan angustiosos, costándole en ocasiones a unos la vida o a otros el juicio.

Hubo algunos envalentonados por el pisco, que al salir de las tabernas pretendían ir a su encuentro, encontrando en esta hazaña la muerte. Otros quedaron locos de la impresión y los menos, no volvieron a intentar esta aventura y preferían quedarse encerrados en sus casas.

“La llorona era una mujer que flotaba en el aire, con un vestido blanco y cubría su rostro con un velo espeso, que no permitía verle la cara. Cruzaba toda la ciudad con mucha lentitud; dicen los que la vieron que alzaba los brazos y emitía aquel quejido angustioso que asustaba a todos los que la escuchaban: ¡Ay, ay de mis hijos, donde están mis hijos! Luego se desvanecía en el aire”.
Esto pasaba todas las noches y tenía inquietos a los habitantes de la ciudad, pues nadie podía explicarse quien era esa mujer y cuál era la razón de sus lamentos.

Muchas eran las versiones que se daban en torno al suceso.
Unos decían que esta mujer había fallecido lejos de su esposo a quien amaba profundamente y que venía de ultratumba a verle y a llorarle, pues no podía estar con él, pues se decía que dicho caballero había vuelto a contraer nupcias con una bella dama y que ya la había olvidado completamente. Otras lenguas afirmaban que la mujer nunca pudo desposarse con el caballero, pues la sorprendió la muerte antes de que le diera su mano y la razón por la cual venía del más allá, era para volverle a ver, pues resultaba que el tal caballero se encontraba perdido en vicios que
Al decir de otras gentes, se creía que la mujer era viuda y que se lamentaba de esta forma, porque sus hijos huérfanos estaban sumidos en la más honda desgracia, sin que ningún corazón se moviese por ayudarlos. También se corría la versión de que la mujer era una pobre madre a quien le asesinaron a todos sus hijos y que su salir de la tumba era para llorarles.

Otros afirmaban que había sido una esposa infiel y que como no hallaba paz en la otra vida, venía del mundo de los muertos, con el fin de alcanzar el perdón por sus faltas cometidas en vida. Algunos decían que la mujer había sido asesinada por un marido celoso; se comentaba también que la famosa llorona era la romana, quien hacía poco había perdido a su esposo y se decía que era una mujer a la que ningún hombre podía satisfacer.

Esta historia que ahora muy pocos conocen, según mi abuela, quien fue la que me la contó, esta historia realmente sucedió, aún me pregunto quién podría ser esta mujer, de donde venia y a donde se fue. Misteriosamente desapareció para siempre y ya no se volvió a escuchar su quejido angustioso por las noches y por fin pudieron dormir tranquilos los habitantes de Huaral.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Profanan tumba de famoso brujo y se llevan su cabeza


Hace poco la tumba de un reconocido brujo fue profanada y se llevaron su cabeza. Según la creencia, “quien la posea tendrá más poder”.
Es por eso que espiritistas, clarividentes y curanderos llegaron al norteño pueblo, donde está la tumba, y las sospechas sobre la profanación recaen en brujos de otra localidad.

Según el hijo mayor, Los profanadores "son dos brujos que no viven en la zona y que contaron con el apoyo de algunos pobladores". El poder del brujo cuando muere se concentra en su cabeza, "se la llevaron pero se encontrarán con el carácter y el espíritu rebelde de mi padre, no lo van a dominar".

"Le doy tres o cuatro meses y van a tener que regresar la cabeza de mi padre, eso lo hemos detectado en la mesadas" dijo. Mesadas es la reunión del curandero con los pacientes así como con otros brujos para contactarse con los espíritus. En esas reuniones se busca conocer lo que está en otro lado de la vida.
Este reconocido brujo murió a los 60 años. A los ocho años aprendió de su abuelo los primeros secretos del curanderismo. Al morir el abuelo, le dejó sus poderes y el bastón de madera que había extraído de una de las pirámides de Túcume (norte chico). En ese lugar se encuentran las famosas pirámides de adobe y es considerada como tierra mágica por la enorme energía cósmica que se concentra en ese valle.
Según la leyenda, con ese bastón enfrentó a otros brujos que buscaban su fama. La lucha nunca fue física, sino de poder mental, de brujo a brujo y de espíritu a espíritu. "Siempre venció", dijo su hijo lleno de orgullo y asegura que ahora conserva el bastón y el poder.

A sus reuniones llegaban extranjeros a sanar sus males, descubrir enemigos o solucionar problemas de empresa, o de sus familiares. Para su labor de curandero utilizaba el Sampedro, un cactus alucinógeno que crece en la zona andina del Perú y “trabajaba” solo los martes y los viernes.

"Los martes por la buena posición del planeta Marte y los viernes por Venus que es el planeta que tiene que ver con la fuerza y la energía. Nunca los lunes porque es el día de las ánimas y miércoles es de ceniza de los difuntos".

Esas reuniones congregan entre 10 y 15 pacientes y una vez limpiado el cuerpo con hierbas y oraciones, cada uno bebe el Sampedro. Lo mismo hace el brujo y a través de movimientos recibe los espíritus y comienza a decir los males de cada uno de los asistentes. Luego les receta hierbas, pero también le dice de su pasado, presente y futuro, todo lo que quiere saber.

El brujo era un experto en curaciones de susto, enfermedades mentales, detectar maldades, pero su especialidad era los "amarres", es decir la tarea de unir parejas cuando se encuentran a punto de separarse.

El Niño de Barro

De nacimiento fui un niño distinto, no fui tan listo como los demás, todos me tenían lastima y me dejaban solo y abandonado. Las probabilidades eran según parecía que mi vida no iba a ser tan larga. En cuanto a mis padres; se separaron al poco tiempo de nacer. El primer recuerdo que tengo de mi mismo, es encontrarme tirado en un rincón de un cuarto. Mi abuela que era la única que me quería, se quedo a mi lado casi toda la noche. Y tal vez porque vio en mis ojos la muerte, me contó esta historia:
“Este era un hombre sabio y justo; y entregado al estudio de las sagradas escrituras. Después de tanto meditar, logró descifrar la palabra, que utilizó Dios para dar el don de la vida a Adán. Fabricó entonces un hombrecillo de arcilla e introdujo en su boca un papel con la palabra escrita. El muñeco de arcilla creció hasta convertirse en un hombre fuerte y de gran tamaño. Como el rabino no era Dios, no pudo dotar a este hombre de un alma. Era una marioneta animada sin voluntad propia y obedecía en todo a su creador. Pero había una prueba que le puso dios, antes de caer la noche el rabino debía retirar el papel o el hombre sin conciencia escaparía a su control.
Un sábado olvidó retirar el papel y la criatura se transformó en una fuerza destructora y destrozó el pueblo por completo. Cuando los hombres del pueblo lograron retirar el papel de su boca, el hombre sin alma se convirtió en barro. Desde entonces la ubicación del papel con la palabra mágica fue un secreto”.
Cuando la historia llego a su fin… mi abuelita suavemente y en silencio se acerco a mí; me cogió las manos y detenidamente observo la palma de mi mano izquierda, luego me dio un beso en la frente, abrió mi boca e introdujo un pedacito de papel y abandonó el cuarto. Al poco rato se aparecieron, los duendes, hadas, y brujas; los mismos que me atormentaban cada día. Y no eran cojudeces mías como decía el abuelo. Allí estaban todos juntos, velándome y dándome sus bendiciones y no les tuve miedo. Después de aquella noche, fueron disminuyendo poco a poco mis hemorragias nasales y mi memoria lentamente empezó a desarrollarse. Y como ninguno de mis padres llegó a recogerme, me quede a vivir en casa de los abuelos.