jueves, 24 de diciembre de 2009

EL “TAPADO” DEL CERRO MAKATON



“El Makatón”, deidad tutelar de los primeros habitantes del valle de Huaral, es un majestuoso cerro que se encuentra en la margen derecha del río Chancay.
Desde la cima contemplamos todo el valle huaralino y a lo lejos podemos ver el Océano Pacifico. Sobre las faldas del cerro, hay restos de viviendas y adoratorios precolombinos. Con la llegada de los conquistadores Incas y después la de los españoles, la ciudad desapareció. Algunos dicen, que los gentiles se enterraron vivos junto con sus tesoros.
Hoy en día subsiste una historia, que trata sobre un “Tapado” o “Entierro”.

Bueno les cuento:

“Víctor llegó a Huaral huyendo de la hambruna que asolaba su pueblo. Desamparado, anduvo errando por montes y quebradas, hasta el día que se topó con un paisano y le consiguió trabajo como jornalero, en la Hacienda La Huaca. Una tarde de estío, cuando se encontraba desherbando un pantano bajo la sombra del Makaton, sintió que el cerro empezaba a rugir y al levantar la mirada, vio que desde la cima venía rodando una enorme bola de fuego con dirección a él. Se ocultó tras la maleza y dejó que la bola de fuego continuara su camino. Al mismo tiempo notó que de los arbustos salían una pata con sus patitos, todos de colores vivos y reflejos dorados. Cuando la bola de fuego estuvo en el centro de la hondonada se puso a girar como si fuese un trompo, la pata y los patitos fueron a su encuentro y empezaron a dar vueltas alrededor del fuego…

Desde su escondite, el muchacho contemplaba el hermoso espectáculo y cuando advirtió que la bola de fuego se hubo extinguido y los patos abandonaban el agua, se lanzó tras ellos. Los animalitos al notar la presencia del extraño, trataron de escapar, pero un patito se enredo entre las ramas y Víctor aprovecho este momento para lanzarle su sombrero.
Cuando la noche llegó, mama pata dejo su guarida y se dirigió al lugar donde estaba su cría y al no poder liberarlo, derramó lágrimas de impotencia. El Makaton, conmovido por la escena, supo lo que tenía que hacer.

Antes del amanecer, Víctor decidió ir en busca del tesoro del pato dorado, presuroso llegó al lugar donde tenía a su rehén, levantó el sombrero y nada halló. Desesperado empezó a cavar… después de varios intentos, su lampa dio un golpe seco y descubrió la boca de un cántaro. Despejó los costados è intento sacarlo, pero algo se lo impedía, corrió el riesgo y rompió el cántaro. Se apartó del lugar para que no le dé la enfermedad del aire y esperó que el viento disipara el nocivo gas. Cuando hubo pasado el peligro, empezó a extraer uno a uno, los objetos de oro. Después de vaciar el cántaro, coloco en su interior chicha, coca y pan y lo volvió a enterrar…

Varios años después, de estos sucesos… sobre las faldas del makaton se empezó a construir un lugar de esparcimiento y el destino quiso que los trabajadores se toparan con la vasija de barro de esta historia. Hoy en día, el cántaro permanece en el mismo lugar que lo encontró Víctor. El propietario lo dejó allí con la intención de que todos los visitantes que acuden al Complejo Turístico, puedan admirarlo…

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